11 de junio de 2009

Creo de Creer, poema V

Y entonces,
sentiste danzar mi cuerpo sobre el tuyo;
surgiste de mis más íntimos himnos, has sido amiga
de mis líquidos y olores.
Fuiste dueña por un siglo de la aspereza de mi cuello
(fuiste cómplice del grito).
Saliste a caminar
por los ocultos algodones de tu sangre,
bebiste de mi sangre, y allá lejos,
tan cerca de los bordes de mi piel,
tan al fondo de tu caja de Pandora,
me regalaste un surco.
El mundo fue tan inmensamente diminuto
que apenas
si cabían nuestros brazos oprimiendo las espaldas.
Dónde estabas, mujer, dónde estaba tu pasado,
dónde guardaste tu miedo,
en qué valijas de la mente escondiste
tus desprecios,
en qué minuto de tu pecho se durmieron
los profetas del engaño.
Dónde estábamos entonces,
cuando aquel latido vio tañer
torpemente mis campanas,
en qué andén de tus piernas se ocultaron
tus silencios.
Dónde estaba el hombre que se escapó
de mis codos
para girar en espiral sobre tus grietas.
Dónde,
dónde estábamos entonces,
dónde estabas entonces, mujer,
cuando estabas conmigo.

4 comentarios:

Gastón Filliol dijo...

Don Sebastiçan... hermoso todo esto

feliz dia, antes que nada

y feliz cumpleaños si es que escuche bien.

Un abrazo grande.

**VaNe** dijo...

Qué bellas imágenes...
Qué triste ausencia...
Qué suave cadencia...
Mientras leía me vino la imagen de un río de aguas serenas, que fluye alegre sin fin... Así fluye el texto.
Hermosísimo!!!

Hilda Vélez Rodríguez dijo...

Bravo, hermoso.

Alejandra dijo...

Hola Sebastian
lei algunos ,pero este sobre todo me parecio increible!