10 de mayo de 2007

Creo de Crear, fragmento I

Primeras horas del jueves trece de junio de mil novecientos sesenta y ocho: Dicen que era yo aquél que se escapaba en un éxodo brutal; no traía equipaje ni abrigo; no tenía metas definidas, no había ensayado un idioma para entregarme al exilio. Dicen que he sido yo, pero ese vagabundo no presentó documentos en su paso por la aduana. Dicen que mi presencia es prueba suficiente. Aquel antiguo país debió reacomodarse para asumir mi vacío. Probablemente buscaba un territorio más ancho que mi piel, pero no puedo asegurar, no puedo reconstruir, no puedo justificar mi deserción de esas latitudes. No hay reflejos en mí del color de sus llanuras, no hay ecos del grito de dolor en las cerraduras forzadas, ni resonancias del grito de placer que me despertó al contacto con el cielo. No imagino ese mundo modelado a mis contornos. Y dicen sin embargo que era yo, que mi delito ha sido partir de la mano de mi cuerpo, que mi delito ha sido alejarme con un puñado de tiempo colgando de las venas.
Me inclinaré a creerles, pues me duele desoír el himno de la sangre del poema del silencio de mis voces interiores.

Y agrego:
Prefiero reflejarme en el agua de los pozos. Mejor será no reconocerme, no querer saber, no responder a los besos de la calma, a las buenas tormentas o a las máscaras amadas.
Será mejor destinar los espejos a tareas terrenales.
Prefiero reflejarme en las vidrieras (agrego): Allí sólo se exhibe la mejor mercadería.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sebastián, leí hasta acá y ha sido un gusto suave conocerte un poco más através de tus palabras. Voy a seguir incursionando en otro momento, no sea cosa que se apelmacen de pura gula. un beso silvina della fonte.

ade dijo...

- Sebastián, yo también soy discípula de junio, del octavo día del sexto mes, también llevo el frió de junio, las heladas, los plátanos sin hojas, pero sobre todo, soy discipula del aire, que trae junio cuando sueña.