15 de agosto de 2008

Tiranía del desborde XV

Entre el pan tostado de los lunes y colchón oscuro de los sábados hay acordes que ya no dejan eco. Estos violines, estas guitarras, estos bajos rabiosos que muerden lo que no saben tragar, arrastran el pasado como diablos inocentes, y desempolvan el pasado, y lo pintan, lo enjabonan, lo refriegan y lo enjuagan. Restauran y reinstauran el pasado, y hasta parece que el pasado fuera lo más noble. Nunca se apolilla, nunca se pudre, nunca se agrieta, nunca se duerme. Y entonces, el pasado sin ruedas me ocupa toda la vida. Naceré hoy, hoy espero, hoy me han traicionado, hoy se mueren todos mis muertos, hoy me salpicó la euforia de esa mujer que hoy me deseaba, que hoy me había amado, que hoy me habrá abandonado con puñales y sin besos. Y hoy también me despierto con dientes de leche, hoy me ha acunado mi madre, hoy cumpliré ocho, cumplí quince, cumplo veintinueve años. Hoy escribo mi primer poema. Hoy leí todos los libros, hoy voy a pasear por todas mis ciudades, hoy me escondo entre las sábanas para no llorar. Y sin embargo lloro. Porque el pasado con amarras me ocupa toda la vida. Me trae los panes tostados de un lunes, el colchón oscuro de todos los sábados. Y es claro que hoy no fue sábado y que el colchón no se va a marchitar. Y que ella tampoco se ha marchado, y es claro que tampoco tengo euforia porque ella, ella no tiene paz. Porque ella me despierta y me despierta y me despierta para decirme que no está, que no estará, que quién sabe si alguna vez estuvo cuando estaba. La fórmula que absuelve, la fábrica, la física, la fonética que absuelve. Cómo entraré ahora en el ahora. Cómo saldré del pasado, si sólo tengo ahora para más y más y más pasados. Y más pasado sobre menos ahoras. Cómo oleré estos panes, como ilumino este colchón. Cómo dancé. Cómo romperé los mapas que me imponen los relojes maltratados. Sí, cómo. Cómo me ensordezco del eco primitivo, cómo encuentro el cómo para estrenar otros vientos, si es que se puede, y para hacer vibrar otras cuerdas que desaten los nudos de mis tangos. Y si es que se puede, también, sobre todo y más que nada, cómo el cómo de perdonarle el olvido. De perdonarme este perdón. De olvidar que soy su olvido. De extirpar la unción extrema.

4 comentarios:

Coni Salgado dijo...

Excelente!
tiene como tintes sabinescos...

ade dijo...

- Que paradoja el tiempo. Las ciencias que saben medir el tiempo, sabrán de sensaciones de tiempo?, no creo. Me quedé pensando, si el pasado pasó...Pasó???

Katherine R. Vasquez Tarazona dijo...

Sebastian,
A mí me encantan tus escritos. Son complejos, sólidos, y muy descriptivos. Me dejas con figuras en la cabeza tras cada oración y ésta vez con una sonrisa cínica en los labios.
Qué bueno leerte!

Anónimo dijo...

Genial!!! como todos sus textos maestro!!! Es un texto agudo y concreto, Bueno, y mucho mas, que sabes que pienso por algo soy tu alumna Maestro!!!
Felicitaciones
Graciela Diaz