19 de noviembre de 2008

Tiranía del desborde IX

El cuerpo se arrepiente. Se estaciona. Es el rincón más alejado del placer. Toda la energía trabaja sin errores para madurar el dolor. Madurarlo para hundirlo. Para hacerlo carne. Encarnarlo para no vivir ya otro minuto, para evitar la próxima lágrima. Son poderosas las heridas que convocan más heridas. Terminar con el dolor revolcándose en hogueras. Basta ya de comodines y amuletos: estas trampas son cultivos de tristeza. Adentrarnos en la nada para que los azotes de la nada si no nos calman, al menos, al menos qué.

3 comentarios:

Nanu dijo...

Me fascinan las amplitudes.

Son una mejor que la otra, nada que hacerle

cuakerboy dijo...

ay sebas! me vi en tu dolor, estuve/estoy allí mas seguido de lo que los médicos recomiendan... por suerte la literatura redime cuando otro dice lo que te pasa...

Gustavo Tisocco dijo...

Opto por dejarte comentario en alguno de los textos, pues maravilla cada uno que leí.
Un abrazo gus.